CUANDO NADIE ¡NOS VE!

CUANDO NADIE ¡NOS VE!

Irónicamente somos alguien diferente cuando no tenemos a nadie a nuestro alrededor, el cambio de personalidad es drástico como que la soledad o la intimidad al estar solos nos poseen,  mis instintos me hacen creer que deberíamos ser el mismo siempre…

Te soñé de nuevo, no sé cuál es la razón o el motivo para recordarte, volví a cerrar los ojos y me di media vuelta, mi respiración se forzó así que decidí ir por un vaso de agua, camine un par de pasos no sin antes tener esa sensación de deseo nuevamente, se arrugo mi mejía sorprendiéndome ya que tenía años de no sonreír, tome el vendito vaso de agua, según yo para lograr concebir algo de sueño, volví a cubrirme con aquellas sábanas blancas que huelen tan bien, esa almohada que esta demás en mi cama encajo muy bien entre mis piernas, volví a descansar suavemente y el sueño volvió en el momento exacto en cual me había levantado, si era él, susurrándome al oído, diciendo tantas cosas lindas como sucias, sentía sus labios sobre mi cuello el sudor corría directamente de mi ombligo hacia abajo, encogí las piernas, apretando esa almohada con tanta fuerza, la luz de la luna calienta también dije al ver esa luz blanca traspasando mis cortinas, ¡Que fuerza! ¡Que sudor! La que recorría ahora en todo mi ser, la respiración era mi inspiración a seguir soñando, y mi saliva mojaba mis labios, como lo hacías tú al besarme, el simple hecho de sentir placer con mis sueños me hacía recordarte obstinadamente, sabiendo que lo malo o lo bueno de alguien no se mide con sus hechos si no con los recuerdos, abrí los ojos y todo termino, tome un suspiro y deje que las lágrimas inundaran mis ojos por unos minutos jamás conseguí tenerte ¡me dije! O talvez tú te fuiste físicamente pero me dejaste todos tus recuerdos…

Pensamiento

La diferencia la haríamos si tan solo fuéramos honestos con nosotros mismos como cuando ¡Nadie nos ve! Ya que el peor engaño lo hacemos primero con nosotros y luego con alguien más, que daría por dejar de soñarte y tenerte en verdad.

Paulo Roldán.