SIN MIEDOS:
Ahau Galel, así lo conocían todos en aquel pueblo,
guerrero innato, vivió al lado de la realeza, hijo de un rey, sentado desde el
trono de su padre, lograba ver todas las copas de los árboles y a las aves
volar, sentía tanto orgullo de ser el hijo un Rey, que se entreno con los
mejores guerreros para cuidar su tesoro, su legado, su tierra, vivía en un
lugar deciado por los Dioses, practicaba la benevolencia y tenia el corazón de
un jaguar…
Bajo la luna llena y en presencia de una fogata
dedicada al Dios de la guerra, hace el rito del inmortal, le obsequia sangre
del jaguar a su Dios y se viste con las pieles de aquel felino, el corazón le
late a mil por hora, la sangre le hierve, sus ojos se voltean blancos, agudiza
sus sentidos, la respiración es forzada, la fuerza en sus brazos es sobre
natural sus piernas parecen dos pilares y el miedo es lo que lo mantiene vivo,
los demás voltean a ver a este gladiador formado por una corona de plumas “penacho”
un escudo de plata y oro, un hacha “yaxhá” de bronce con obcidiana que tiene el
filo ¡perfecto!, levantaba sus manos y gritaba con tal fuerza que todos
gritaban demostrando su ¡poder! Es real se preguntaban algunos, nuestro
defensor es ¡real! Todos quedaban atónitos por las características de tal
Príncipe..
Una mañana casi perfecta….
Ahau Galel, le gustaba explorar por las mañanas,
corría sin parar por horas hasta llegar al cerro más alto y como otros días
llego a su meta, descanso y miraba aquella majestuosidad de la madre
naturaleza, podía ver desde allí los templos de su pueblo de su amado Padre…
Ve a lo lejos un grupo de pájaros volando asustados,
saliendo de las copas de los árboles, en dirección a su pueblo, camino un poco
hacia a bajo para lograr distinguir que era o quienes eran, había escuchado sobre
los Dioses blancos, lo destruían todo y escucho el caminar de mil pies los
gritos de un idioma que jamás en su vida había oído, vio a lo lejos como usaban
sus raras armas contra cualquiera, se enfureció y corrió hacia su pueblo para
advertidles y a buscar sus ropas de guerra, corriendo a más no poder no veía
sus piernas ni sus brazos, las
lagrimas de odio rodaban por sus mejillas, corriendo y tocando los árboles con
sabia que iban formando parte de su camuflaje el lodo se convertiría en una
segunda piel, tan solo quería llegar a su pueblo lo más pronto posible, unos
kilómetros antes estaba un lugar oculto, secreto, inédito, solo él lo conocía,
entro y se armo de su capa de su escudo y su “yaxhá” su lanza era pesada ideal
para la caza con la punta tan afilada que traspasaba casi cualquier cosa; en su
pecho sentía la sensación de un cuchillo pero para él la muerte era venerable,
suspiro y grito, dejando que sus miedos lo invadieran, llego a su pueblo y era
casi demasiado tarde, otro pelotón de Dioses blancos ya estaban invadiendo su
amada xelajú, diez soldados blancos venían hacia él, bajo su mirada, achino los
ojos, sembró su lanza en la tierra, saco su hacha, si, la “yaxhá” subió la
mirada y le pidió a su Dios la fuerza y la agilidad del jaguar, con sus dos
manos tomo el hacha y con la cacha de su arma le partió el cráneo a uno y a
otro, a su derecha he izquierda,
se envolvía en su capa para esquivar los golpes, con la rodilla les
pegaba y rompía sus débiles escudos, esquivaba sus espadas con tal agilidad,
Diez no era nada para un príncipe Quiche con ¡Odios y Miedos! Veía como sus hermanos caían y les
gritaba ¡mi vida por el pueblo! ¡haaaaa! tomo su lanza nuevamente, pesada como
ninguna y afilada como una “katana” (espada de un samurai) lo rodean unos cuantos estorbos, ve al
final un caballo blanco y un Dios como el Sol “Tonatiuh” (el hijo del Sol)
agudizo su mirada, tomo aire, vio su brazo como diciéndole lo que iba a hacer,
y expulso la lanza con tal ¡fuerza! Esta giraba a gran velocidad he impactando en
su blanco, pero la sangre en su ojo izquierdo y la fuerza del viento la desvío
unos metros de su objetivo
principal, traspasando el corazón de aquel caballo blanco, haciendo comer polvo
al Dios, el cual se levanto de inmediato y grito cien hombres conmigo, Ahau
Galel, lucho, lucho con todo pero
su hacha no soporto tanta presión al igual que su pecho traspasado por aquella
espada brillante del “Tonatiuh”…
Sus ojos perdieron luz, cayendo de espaldas, logra
ver en el cielo aquella ave, ve el polvo que lo rodeaba y dijo en su corazón,
¡mi vida por el pueblo! Aquella ave se poso sobre el pecho burbujeante de
sangre de aquel príncipe k´iche´ que dejo más que su historia para aquellos que
quieran recordar… que Hunab kú nos
proteja (El Dios creador de todo para los Mayas), dijo nuestro guerrero mejor
conocido como TECUN UMAN.
Pensamiento:
Muchas veces el Miedo lo
usamos para someternos para ocultarnos y es la primera barrera que tenemos que
derrotar, hay guerra ¡si! Hay guerra pero es interna, dentro de nosotros y es a
diario, y para ganar esta guerra tan solo es cuestión de saber que queremos
defender.
Paulo Roldan
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